De la tierra...
«Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan»
Alejandra Pizarnik
Era poeta sin nombre, sin lugar, sin tiempo. Días calcos, lluvia grisácea y grillos perdidos a través de un cristal empañado en una ciudad muerta. A veces cantaba una sirena, a veces alguien llamaba a la puerta, escupía moscas o dejaba un paquete.
Era un mundo no tan extraño, de
paredes, vestimentas, cuerpos y rostros de papel blanquecino, rugoso y vacío.
El único lugar en el que se quedaban las palabras era el aire y, quizá, la
memoria. Todo moría, con el tiempo, con el silencio.
Era poeta sin nombre, pero también este mundo. Caminaba a pasos rápidos,
huyendo del frío, de las gotas, de tener que notar su piel y recordar que
estaba vivo.
No vale ya aquí la pena decir que
alguien lo dejó ahí, marcó sus pasos por aquel cementerio de árboles humanos y
lo abandonó para ser mirado con desprecio por unos y otros. Tampoco vale la
pena decir que ninguno de ellos lo hacía desde su sino desde nuestro suelo.
Aspiraba a tener, a ser, miraba con tristeza cómo ángeles negros arrancaban de
su lengua frases y las sacrificaban en las únicas luces fugaces, las únicas
luces fugaces…
Y cuando aquellos lo abandonaron lo hicieron en un mundo de maniquíes
informes sin oídos, miradas, llantos, piel o un alma por la que enterrar
aquellos cuerpos. Solo.
Por primera vez miró hacia abajo. Su reflejo, un charco. Recordó secretos
que jamás fueron contados. Hincó las rodillas en el agua; lloró tinta. Un
gorrión se posó en su mano. Gritó al fin y dio rienda suelta a su inteligencia.
Había sido hecho a imagen y semejanza de ti, y de mí, por supuesto, con
capacidad creadora, con el ansia irreversible de arrastrarse hacia latir. Y
latió.
Caminó durante horas, meses y años hasta llegar al centro de aquel lugar, a
su propia cuna. Su madre lo agarraba recién parido de una forma grotesca. Una
representación, un engaño. Entendía demasiado. Su fuera era un tumor para su
dentro, tenía que extirparlo, tenía que disfrazarlo.
Miró con miedo, en blanco, en papel. Rompió paredes de tinta para solazar el
cráter sanguíneo de la punzada dulce en su cuello. Cataratas, ríos, lágrimas
burbujeantes y ahora espuma en olas que devienen en la llanura de sal de sales
y mar de mares. Suspiró. Cosió símbolos con la aguja del tiempo e invocó libros
sagrados. Ya no era poeta sin nombre sino hombre y poeta.
Del mar...
«Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo»
aún hay miedo»
Alejandra Pizarnik
¿Ves más allá?
Aquel lengüetazo azul se levanta en el horizonte ocultando la luna ¿No ves más
allá? Ella nos está buscando. La ignoramos; no me extraña que se asome con
tanta timidez, pasando de espaldas a nosotros, ensombreciendo su rostro.
Escucha con atención ¿No son esos sus gritos a través del mar? ¿No son esas las
olas que han abatido los seis barcos de la flota italiana? ¿No están sus vidas
desperdigadas por aquellos escollos? Él se levanta una vez más, ella está
inquieta. Hoy no salgas a navegar.
Pero el joven
pescador desoye el consejo. Se encamina a la mar con un velero desgastado,
cañas, redes y la moral abatida por la escasez. Recuerda. Entonces el recuerdo
lo alumbra. El día es demasiado luminoso para él, los difuntos que lo rodean ya
disuaden a la oscuridad. Ni focos, ni faroles, la única estela que guía su paso
es la de la luna. Vivo, pero ve como un muerto. Conoce, y piensa: veo mi más
allá ¿Y más allá de él? Siempre estará el mar.
Y cada noche partía
una barcaza de la playa. Velero desgastado, con cañas, redes y el mástil
abatido. Nadie parecía, sin embargo, ver tripulante alguno que la hiciese
zarpar. Pero esto, de hecho, era mentira. Al extremo de la vela una lámpara
¿Quién acaso se atreve a navegar en penumbra? Aquellas noches ningún ojo miraba
desde el cielo. Decía el anciano que ella había cobrado lo que se le debía. O
quizá lo esté cobrando ahora. El pescador regresaba flotando a la orilla.
Siempre agarrándose a la barca, gritando. Miraba a los ojos, siempre a los
ojos. Nadie le devolvía la mirada.
José Javier Pérez Ros
Me suena ese poeta...
ResponderEliminarInteresante... ¡Cuéntame más!
EliminarMe encanta.
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